Cuento y Poesía

Micaela ponía huevos de oro. Ninguna de las otras gallinas la envidiaba por eso, al contrario, le ayudaban a cuidar los nidos. Por otro lado, los gallos siempre querían hacerle ver a los demás que el secreto de los huevos dorados era el esperma.


Tengo versos como sentimientos expirados
conjugo un Oráculo tuerto
a que escriba en la salida
esquela donde cabe mi muerte
antagonista en alguna página.

La reflexión venía acompañada de lágrimas. Los pensamientos encendían su cerebro como luces de navidad de todos los colores. Era una iluminación triste, nostálgica y empañada.

Qué terriblemente absurdo es estar vivo.


Te gustan los estudios de caso, profesora. Yo te escribí uno que es, en resumidas cuentas, la historia de nuestro amor. Llegaste a casa y te zambulliste en la hamaca del patio: inician las vacaciones de Semana Santa y, con ellas, nuestros viajes.