¿Para qué la literatura en tiempos de penuria?

Por: Juan Carlos Fret-Alvira

      Comienzo con una cita de los cantautores brasileños Erasmo Carlos y Roberto Carlos, de la canción “É preciso dar um jeito, meu amigo”, composición que escribieron en respuesta a la dictadura brasileña de los años setenta y que es central en la recomendada película Ainda Estou Aqui (Todavía estoy aquí). Podrían estas palabras parecer lejanas en el tiempo y el espacio, pero tienen pertinencia en estos primeros meses de 2025 en Puerto Rico.

Pero estoy avergonzado
con las cosas que yo vi.
Pero no voy a quedarme callado
en la comodidad, acomodado,
como tantos por ahí.

Es preciso hacer algo, mi amigo.
Descansar no vale la pena.
Cuando nos levantamos,
cuánta cosa acontece

      Cuando se me presentó la oportunidad de hacer esta ponencia en la Semana de la Lengua 2025, vino a mi mente una pregunta que tiene relevancia todavía y que tomé, con un pequeño cambio, como título para el día de hoy.

       El poeta y filósofo alemán Friedrich Hölderlin en el año 1800 veía su mundo sumido en la oscuridad, abandonado por los dioses. Ante ese contexto, en el poema “Pan y vino”, además de incertidumbres, Hölderlin nos presenta dos preguntas que siguen teniendo resonancias dos siglos más tarde: “¿y para qué poetas en tiempos de penuria?”, “¿y qué hacer, mientras tanto, y qué decir?”

      Ciento cincuenta años después, el también filósofo alemán Martin Heidegger, en su ensayo “¿Y para qué poetas?”, de su libro Caminos del bosque, toma como centro las preguntas de Hölderlin y las explica de la siguiente manera: “Ser poeta en tiempos de penuria significa: cantando, prestar atención al rastro de los dioses huidos. Por eso es por lo que el poeta dice lo sagrado en la época de la noche del mundo”.

      Hölderlin preguntaba sobre los poetas, yo lo amplío a los escritores, a los artistas de la palabra en general, por eso en el título de mi trabajo sustituí “poetas” por “literatura”. Ante las preguntas: ¿qué hacer?, ¿qué decir? y ¿para qué?, la respuesta es escribir, no permanecer callados, decir, combatir con la palabra y motivar a la acción, a la lucha. El papel del escritor es escribir y hacerlo bien. Pero, más allá de eso, que es esencial, la literatura, entre tantas formas que tiene, todas válidas, en tiempos de penuria puede ser una respuesta y puede ser un arma, como dijo el poeta vasco Gabriel Celaya cuando versó: “La poesía es un arma cargada de futuro” o cuando el poeta catalán Joan Brossa creó su arte visual con una imagen de un revólver y la palabra “poema” en lugar del cañón del arma de fuego.

       Por tanto, el escritor tiene como tarea llenar los vacíos de los dioses que han abandonado este mundo en penuria y levantar su palabra como espada.Los escritores del mundo entero, desde que Hölderlin planteó la pregunta, desde que Heidegger la retomó, y hasta hoy en día, han respondido con diversos textos a los males de sus tiempos.

      Puerto Rico no ha sido la excepción y desde el comienzo de la literatura puertorriqueña, los autores boricuas han presentado sus armas apalabradas de combate en sus particulares tiempos de penuria. Esto es evidente desde los textos del siglo XIX, como la pionera antología el Aguinaldo Puertorriqueño o el libro El Gíbaro, de Manuel Alonso, hasta la diversa obra en ensayos, poemas y cuentos de Ramón Emeterio Betances, y las monumentales escrituras de Eugenio María de Hostos y Alejandro Tapia y Rivera. En el siglo XX, mencionaré ejemplos de su primera mitad como Nemesio R. Canales, Emilio S. Belaval, Luis Palés Matos, Juan Antonio Corretjer, Julia de Burgos, José Luis González, Pedro Juan Soto y René Marqués.

      Hablando de René Marqués, hace unas semanas entré al edificio Jesús T. Piñero de la Universidad Ana G. Méndez, recinto de Cupey y me encontré con un enorme cartel en homenaje al gran dramaturgo y narrador puertorriqueño, el que escribió La carreta, sobre la emigración y la tierra, y Los soles truncos, sobre los cambios de soberanías, y recordé cómo él contestó las preguntas de Hölderlin. En La muerte no entrará en palacio presentó el ataque armado de unos puertorriqueños a La Fortaleza, contra el gobernador colonial Luis Muñoz Marín, quien, inmerso en la soledad del poder y su pasado, sufre con su conciencia. En el cuento “Tres hombres junto al río”, los taínos ahogan a un invasor español y demuestran que los tiranos no son dioses. Para René Marqués, ni los traidores como Muñoz Marín ni los invasores como Salcedo quedarán impunes.

      Luego vendrá Luis Rafael Sánchez, el grupo poético Guajana y la Generación del Setenta. En ese último conjunto de autores, destaco a la escritora que homenajeamos en la Semana de la Lengua de este año, Magali García Ramis, una de nuestras más importantes artistas de la palabra. García Ramis siempre ha puesto su pluma del lado de la justicia y la liberación humana. Ejemplos hay a granel a través de su obra. En el ensayo “Literatura e inmoralidad”, de su libro La ciudad que me habita, denunció la censura de libros que ha estado ocurriendo por décadas en Estados Unidos, país donde no se promueve el pensamiento crítico, el cuestionar y el pensar contrario al sistema. Esta censura es promovida por grupos de presión tradicionalistas y cristianos con una visión cerrada de la cultura y del país, y en Puerto Rico ha tenido tristes imitadores.

      Ese texto de García Ramis fue publicado en 1993 y sigue teniendo vigencia. Pienso en el vicepresidente de Estados Unidos, James David Vance, quien, hace cuatro años, antes de que fuera siquiera senador, dio un discurso en el que declaraba alegremente que las universidades son el enemigo. Con la vuelta de Donald Trump al poder, esto se ha visto de forma concreta porque en las universidades hay pensamiento crítico, hay cuestionamientos, hay ciencia. Todo lo que ellos odian porque va contra sus planes racistas, clasistas, machistas, sexistas, chauvinistas y de control total. Por eso los intentos de eliminación de la diversidad, la equidad y la inclusión. Por eso la deportación y expulsión de estudiantes y profesores que han alzado sus voces contra el genocidio en Palestina. Por eso el recorte de fondos a las universidades que no obedezcan su visión antiuniversitaria. En parte les ha resultado. En Estados Unidos, una de las hasta ahora más prestigiosas universidades, Columbia, ha cedido a las presiones, y otras le han seguido los pasos. Mientras, una de las más importantes, Harvard, se ha negado a obedecer las ilegales y dictatoriales órdenes ejecutivas del presidente y ha demandado a su administración, y más de cien universidades se han manifestado en contra de la indebida intervención. En Puerto Rico también les ha resultado. La Universidad de Puerto Rico recientemente publicó un comunicado en que manifiesta que eliminará todo lo que Trump quiere que se elimine. Varias universidades privadas han hecho lo mismo al congelar o borrar todo lo referente a diversidad, equidad e inclusión, y hasta han cancelado actividades relacionadas a estos temas. Pero ¿qué es la universidad si no es diversa, equitativa e inclusiva? Pero ¿qué es la universidad si no es resistencia y denuncia?

Magali García Ramis, escritora.

En su libro La R de mi padre y otras letras familiares, García Ramis tiene una crónica titulada “Por qué Lolita”, sobre una de las figuras más importantes de la independencia puertorriqueña: Lolita Lebrón, quien dirigió al grupo de boricuas que tiroteó el Congreso de Estados Unidos en 1954. En el ensayo de ese mismo libro, titulado “La ciudad y la vida de las letras: tour solemne de San Juan”, escribió lo siguiente sobre René Marqués: “llegó a simbolizar la fuerza creadora, el arte como arma, la identidad puertorriqueña como escudo frente a la asimilación estadounidense y el teatro como espejo para que allá se mirara la isla entera”. En el libro de cuentos La familia de todos nosotros, García Ramis publicó un cuento titulado “La viuda de Chencho el loco”, en el que el protagonista ataca a batazos a dos legisladores. Cuando se le pregunta a Chencho por qué lo hizo, este contestó lo siguiente: “Hace unos meses, desde que me quedé sin trabajo, que yo tenía eso por dentro. Yo los veía a esos políticos toj’ trajeaos así planchaítos y yo sin trabajo, y sin ropa buena ni na’, y ellos siempre en ese edificio tan blanco Mai, como las capillas del cementerio, y con tantas ventanitas, y se me vino a la mente la idea de caerles encima. […] Y entonces por un minuto Mai, por un minuto, ¡me sentí tan bien!”.

      En las últimas dos décadas del siglo XX, escritores como Eduardo Lalo, Luis López Nieves y Edgardo Nieves Mieles cultivan la palabra como fuego, como antorcha ante el contexto de crisis que les tocó vivir.

      En el siglo XXI los ejemplos son varios en diversos géneros. En poesía, género en el que Puerto Rico destaca en la literatura, menciono a José Raúl González, Amarilis Tavárez, Efe Rosario, Mayda Colón o Rubén Ramos. Me concentraré en otros tres de los mejores escritores de la actualidad y que también muestran una obra sólida: Alejandro Medina, Roque Raquel Salas Rivera y Xavier Valcárcel.

      Alejandro Medina es un poeta de la búsqueda de la raíz de la poesía y de la naturaleza, es un poeta de la metáfora y la lucha patriótica, ambas se fusionan en poemarios y prácticas que son alabanza y llamado a la lucha. Recomiendo su libro El fuego y la palmera.

      Podemos ver lo anteriormente mencionado en su poema “verde espera”, de su publicación Aparato de poemas:

Afuera es perpetua la esperanza
que afirma la espuela que defiende.
Por eso esta guerra descendiente
se quiere quedar con lo que avanza.
Pero no nos vence la garra
y lo que alcanza
la mochila del mundo cuando extiende
su cuerpo de roble que no hiende
es voluntá de nosotrxs frente al hambre.

      Roque Raquel Salas es un autor cuir que ha destacado por su poesía que une lo directo con lo metafórico, pero siempre combativa, en la que trabaja la emigración, el coloniaje, las experiencias trans y no binarias. Recomiendo su libro Lo terciario.

    Como ejemplo, unos fragmentos de su poema “puesto pal problema”, de su publicación poemas necesarios y otras malas mañas:

¿y si en vez de quedarnos en el trabajo,
negociando migajas temporales,
destruimos el capitalismo?

¿y si, de camino a casa,
en vez de hacer una pequeña compra,
quemas los bancos con la ayuda de los empleados?
¿y si eres el empleado y quemas los bancos
sin ayuda?

¿y si en vez de pedir que nos paguen la quincena,
destruimos el capitalismo?

¿y si en vez de república,
la independencia nos sorprende
a.de.lan.ta.daaaa
de una vez acabamos con el capitalismo,
cambiamos tu plan a uno familiar
y la familia es más grande
que el miedo.

      Xavier Valcárcel es un escritor que nos presenta la realidad del país y la realidad poetizada de su ser. Con sus obras indaga en esas llagas abiertas del país y del individuo. Recomiendo su libro El deber del pan.

      De su poema “Habrá un día”:

y no tragar
aunque se haga la lucha en soledad

Aunque luego se abra la puerta,
a la convicción de soportar
cada mañana decir basta.

      Estos poetas contemporáneos han estado respondiendo las preguntas de Hölderlin desde que comenzaron a escribir. Otros muchos, en todos los géneros literarios, han hecho lo propio.

      Porque el contexto actual es de penuria.

      En la Alemania natal del poeta y filósofo ha vuelto al poder la derecha y la extrema derecha es la segunda fuerza política en esa nación. En otros países europeos la extrema derecha ha llegado al poder, como lo hemos visto en Italia y Hungría, o ha crecido exponencialmente, como en Francia y España. Cruzando el Atlántico lo hemos visto en Nuestra América, como son los casos de Argentina, Perú y El Salvador, y también lo hemos sufrido en la América estadounidense con la vuelta de Donald Trump al poder. Nuestra colonia no es inmune a eso porque el gobierno actual es trumpista y la extrema derecha gana terreno con leyes que cercenan nuestros derechos humanos.

      Pienso en una canción del estadounidense Bob Dylan, en que dice: “¿Cuántas veces un humano puede virar la cabeza / y pretender que no ve?”

      Ante los ataques actuales a nuestras libertades y a nuestros derechos humanos y civiles, las voces de los autores puertorriqueños están oyéndose y leyéndose alrededor de todo nuestro archipiélago, instando con el verbo a que todos denunciemos y resistamos con la palabra y con las acciones.

      La respuesta está en la lucha en la calle, en la solidaridad con todos los emigrantes, con los negros, con las mujeres, con la comunidad LGBTTQI, con los oprimidos. Una vez más, refugiarse en la falsa neutralidad o en el cobarde silencio es ser cómplices con el abuso de poder. La sangre nos está salpicando a todos. La respuesta está en las palabras de resistencia de los escritores y de todos nosotros.


Sobre el autor

Juan Carlos Fret-Alvira ha sido profesor en universidades públicas y privadas de Puerto Rico. Actualmente imparte cátedra en la Universidad Ana G. Méndez, recinto de Cupey. Sus poemas, ensayos y cuentos han sido premiados en certámenes literarios, y publicados en revistas, periódicos, carteles y antologías de Puerto Rico y del exterior.