Prueba párrafo

   

         Ya casi termina el primer trimestre del año, que comenzó con cambios, controversias viejas y nuevas, muchos eventos y expectativas en espera de ser cumplidas. Las primeras semanas los tres temas que inundaron los medios fueron: Bad Bunny, JGO y las fiestas de la calle San Sebastián, y todo lo que se desprendía como subtema de cada uno.

        Ya poco a poco se va despejando y refrescando la materia de alimentación de diálogos y opiniones; pareciera que el país se va desperezando e insertándose en la realidad nuestra de cada día. Comenzó el semestre con la noticia de la reducción/cancelación de programas académicos en la Universidad de Puerto Rico. Como educadora, comparto este comentario y punto de vista para la reflexión, como un acercamiento desde la experiencia vivida en niveles administrativos y académicos de varias instituciones.

         Tal vez se equivocó la administración de la universidad pública, al pensar que, en una época como esta, las decisiones se toman unilateralmente, sin la inclusión de las partes afectadas por las mismas. A eso le llamo “pecado de omisión e ingenuidad”. Hoy día todo- TODO – se sabe, todo se filtra y nada está exento del escrutinio público. Se logra más con la asertiva y amplia comunicación, que con la imposición de decisiones tomadas unilateralmente. A fin de cuentas, la participación de los sectores involucrados hace o convierte a todos en responsables de esas decisiones. En arroz y habichuelas: los “embarra a todos” y eso debe provocar la discusión seria, poniendo atención, esmero y cuidado en la toma de decisiones.

         Los tiempos han cambiado. Las universidades tienen que actualizar su oferta, sin menospreciar ninguna preparación. Esa actualización hay que realizarla a la luz de los cambios sociales y nuevas necesidades de preparación que surjan en el área de empleo y otros sectores sociales. Esto representa un enorme reto que demanda serias consideraciones, toma de decisiones y la agilidad necesaria para que los cambios propuestos entren en vigor y no lleguen a destiempo.

         Recuerdo cuando comenzó a concretizarse la decisión de que un estudiante solo debía tomar cursos de concentración, junto a los requisitos de educación general, para obtener su grado universitario. En algunos programas se permitió la opción de unos créditos (mínimos) libres, aunque algunos departamentos crearon las “electivas dirigidas” (algo así como esa combinación que tenemos de estado-libre-asociado para referirnos a nuestra situación o estatus político).

         Tuve amigos que estuvieron en la “iupi” por casi 10 años tomando cursos de todo tipo y apoyados por la beca Pell durante todo ese tiempo. Algunos no terminaron, no se graduaron y se les acabó el guiso con la imposición de tiempo (años) y la decisión antes expuesta.

         Me parece que las transformaciones son necesarias y la educación es un área que no debe estar exenta. Me quedé esperando la presentación que merece este tipo de cambio en la UPR, el cierre de programas con sus debidas justificaciones, la propuesta de nuevas ofertas académicas y los planes delineados para que los estudiantes que se afectarían por esto lograran la culminación de sus respectivos grados.

       Lo que presencié desde la distancia, a través de los medios, fue la salida de quien lidereaba la administración de la universidad. Salida que levantó otras preguntas, un mar de comentarios y más frustraciones para la comunidad universitaria.

La responsabilidad de un líder siempre va acompañada de logros y fracasos, decisiones difíciles y antipáticas, pero sobre todo debe prevalecer el beneficio del grupo a quien lidera. Creo que nos estamos quedando sin líderes responsables, de esos que generan controversias y presentan alternativas viables, de esos que escuchan propuestas y las consideran posibles, de esos que quieren pasar a la historia como generadores de cambios positivos que aportaron a mejorar nuestro entorno social.

         El cierre en la oferta académica pudo haber tenido varias opciones de manejo que no terminara con oposiciones desde el día uno. Conociendo la trayectoria que ha tenido la universidad en el manejo de decisiones controversiales, lo más sensato hubiese sido la presentación de los datos recopilados, las opciones a las que los estudiantes iban a tener acceso y la verdad de cómo se verían afectados los diversos componentes de la comunidad universitaria. Todos los grupos son importantes, cada uno con sus deberes y responsabilidades para que exista dicha comunidad. Ninguno es más importante que el otro. Igualmente es transcendental la educación para cada país. Todos entendemos y valoramos esa importancia para el crecimiento y desarrollo de una sociedad próspera, con valores, respeto y sana convivencia.
Me permito fantasear aquí con una transformación académica que ofrezca la posibilidad de nuevos grados que abran un abanico de opciones de empleo para los graduados. Algo así como un bachillerato en Empresas que combine cursos de administración, salud y geriatría para que el egresado aspire a crear centros de atención a la población de la tercera edad. O tal vez un bachillerato en Trabajo Social que combine cursos de educación, psicología y sociología para que el egresado ofrezca charlas, talleres y hasta funde centros para la educación social que atienda las necesidades de diversas poblaciones. O quizás un grado asociado en Educación y Tecnología con cursos en estilos de aprendizaje, humanidades y geriatría para trabajar con adultos que necesitan desarrollarse e insertarse en el mundo tecnológico.
He tenido la experiencia de contar entre el grupo de médicos que me atiende con un extraordinario quiropráctico, con quien he tenido conversaciones agradables sobre literatura, plantas, siembra de frutos, etc. Así que estas visitas, aparte de atender mi dolencia, me dan un espacio de intercambio de opiniones y pareceres. Eso nada más convierte mis visitas médicas en agradables, entretenidas y me hace pensar menos en dolores y malestares. ¡Un doctor de amplios conocimientos!
La lista de esas combinaciones/formaciones académicas pudiera ser bastante extensa. Es hora también de mirar las tradicionales opciones de empleo y sus anquilosadas descripciones, repensar el fin y propósito de cada profesión; alejarnos del enfoque unilateral de las especialidades y transformar la educación universitaria. Esto último es materia para otras consideraciones y divagaciones.