A treinta y cuatro años de su publicación, la entrevista indaga en el pensar de la poeta en cuanto al lenguaje poético de ruptura feminista y la mirada a los clásicos. La misma mantiene pertinencia en los tiempos del discurso de identidades.
SD: ¿Para quién y por qué escribes?
ON: -Escribo para toda clase de gente, hombres y mujeres. Fundamentalmente para que haya una mayor comprensión.
SD: – ¿Qué respuestas recibe tu obra por parte de tus lectores?
ON: – ¡Hay tantas! La gente reacciona de muchas maneras diferentes, porque cada uno de nosotros se lee a sí mismo en una primera lectura.
SD: -Esto parece ser una de las características de la literatura femenina, este proceso de identificarse con los textos.
ON: -No. Me refiero a que cada uno de nosotros nos leemos a nosotros mismos en los textos. Luego los que son estudiosos de la literatura hacen una segunda o tercera lectura; toman distancia y utilizan otros criterios para enjuiciar una obra.
SD: -Sin embargo, se ha identificado esta experiencia mayormente con la literatura femenina. Digamos, cuando una mujer que cuenta su historia que puede ser tan distinta a la tuya, se siente impactada en lo personal.
ON: -Es que, en este sentido, la literatura feminista lo que demuestra es el mundo de las mujeres, el punto de vista femenino. No necesariamente mujeres que incursionan en el mundo de los hombres y que asumen posiciones de poder, sino el mundo femenino doméstico, la domesticidad, y eso es el destino, la vida de casi todas las mujeres del mundo.
SD: -Ese es el mundo que tú describes también. Y lo describes con un lenguaje cotidiano, sencillo.
ON: – ¿Para qué escribir unas cosas que no se entienden? Yo pienso que el poeta hermético más que una comunicación con el otro lo que busca es una comunicación consigo mismo. No sabe exactamente lo que quiere decir y tiene una búsqueda interior. El texto puede ser muy bueno, pero el poeta no es claro al escribir. No es lo mismo el escritor que sabe lo que quiere decir y lo plasma y va hacia fuera. Su mirada se dirige hacia el exterior.
SD: – Como escritora feminista, ¿te ves así a ti misma?
ON: -Sí. Totalmente. Normalmente cuando escribo un poema yo sé lo que quiero decir.
SD: – ¿Como en el poema “Reencuentro con la Diosa”?
ON: -Sí. Busco una manera de decirlo, una imagen que me sirve para decir. Intuyo o llego a un estado de conciencia, me doy cuenta de que la imagen me sirve para decir algo.
SD: – ¿Cómo fue eso en el caso de “Reencuentro con la Diosa”?
ON: -Este poema es muy corto, con una historia larga. Tuve una educación católica. En el proceso de mi toma de conciencia feminista tuve también un rechazo a la Virgen. Rechazo de la imagen de la mujer que es admirada precisamente porque no ha sido tocada sexualmente, o sea ella es quien es y tiene la autoridad que tiene porque no es sexual. Dentro de mi proceso personal hay una especie de revaloración de la sexualidad que llevamos a cabo porque es un poder que tenemos. Hay que admitirlo, feministas y no feministas; lo imprescindible que es estar en contacto con ese poder, porque si no estamos como castradas. Eso es lo que hace el patriarcado. Según voy percatándome de esto a nivel emocional, hago una búsqueda a través de las civilizaciones y busco en las diosas que eran figuras de poder en las culturas anteriores al cristianismo. Busco una identidad. La busco definitivamente no porque yo crea que esas diosas existen, sino porque son símbolos del poder femenino. Son imágenes complejas que me enriquecen y le llevan a adquirir conciencia de toda la gama de matices y emociones de la sexualidad femenina. Hay una recuperación que se lleva a cabo en gran medida regresando a la prehistoria.
SD: – ¿Hay una revisión de toda la mitología?
ON: -Sin duda.
SD: – ¿Esta revisión va a traer como resultado un reinventar el mundo?
ON: – No creo que reinvención. Estoy simplemente transformando o redefiniendo a la Virgen. Eso es lo que hago. No estoy para resucitar a Ishtar o a Afrodita. De alguna manera hago esto para adjudicarle a la Virgen características de la diosa. Yo sí, pienso que la Virgen es un remanente de las diosas de la antigüedad.
SD: – ¿Consideras que tu poesía desde sus comienzos ha seguido esta línea feminista?
ON: Sí. Siempre he querido hablar con una mujer. El yo poético es femenino y desde el punto de vista femenino, desde la perspectiva de la mujer.
SD: – ¿Ha cambiado a través del tiempo?
ON: -Sí. Mi poesía ha cambiado. Creo que tengo más oficio, más distancia, no es tan personal como era. Yo comienzo más bien con una rebeldía contra mi clase y contra unas estructuras sociales que me resultaban opresivas. Me oprimían, me sentía cohibida, no podía decir lo que pensaba porque eso no era lo que se esperaba que yo dijera y por supuesto tuve que aprender a ser libre porque serlo conlleva un proceso de educación. Las mujeres estamos educadas para ser dependientes. Se paga un precio de soledad muy grande. Pero el que tiene una especie de deseo de decir, no puede hacer otra cosa. Es un destino, casi.
SD: – ¿Es una vocación?
ON: -Es una vocación y es una conquista de poder decir las cosas, de desembarazarse de miedos y de temor al rechazo porque las expectativas son distintas. Pero también a esto le acompaña una alegría y yo quiero que mi poesía sea alegre.
SD: -Pero es que estamos hablando de un proceso personal. A través de esa vocación, de esa “conquista de poder decir”, el hacerte de palabras y pronunciarte tiene que haber resultado en un fortalecimiento de tu carácter. De eso que precisamente hablábamos, de satisfacer esa necesidad de una figura femenina de poder. No del poder que te da un estatus o una clase social.
ON: -Sí. Cuando hablo de poder, hablo de poder personal, yo en contacto conmigo misma, con mis capacidades, con mi poder, en el sentido de energía, no en el sentido de poder sobre los demás. Esto último no me interesa. Eso es patriarcado. Estoy hablando de esas energías interiores.
SD: – ¿Decir que la poesía te ha hecho más persona, no te parece un contrasentido con lo que expresabas antes cuando afirmaste que tu poesía ahora es menos personal que cuando comenzaste a escribir?
ON: -Hacía referencia al hecho de que al comienzo mi poesía era más autobiográfica. Ahora tengo más distancia, manejo de mi vida, manejo de unos lenguajes. La poesía no está atada a circunstancias mías necesariamente. Puedo construir situaciones. Pero claro, mi tono y mi emoción es muy personal. Por ejemplo, en el “Reencuentro con la Diosa” estoy hablando de lo que una mujer, o dos, o tres o muchas mujeres pueden ver en la Virgen, además de verla de otra forma, o sea que es lo que significa redefinir la imagen de la Virgen.
SD: – Sin embargo, ¿me imagino que no estarías dispuesta a hacer esta afirmación con respecto a la poesía?
ON: No. Definitivamente que no. La poesía cada día cobra más sentido.
SD: – ¿Cómo es que una pierde y otra gana sentido?, si fuéramos a evaluarlas basado en el criterio de impracticalidad. Muchos podrían argumentar que la poesía ni es rentable, ni es práctica.
ON: -Es que la poesía es verdadera, la poesía es emoción humana, es anterior a la guerra. La guerra es opresión, represión de los sentimientos, endurecimiento.
SD: – ¿Es dominio?
ON- Es dominio. Y la poesía es vida, es libertad. La poesía es eros y la guerra es la muerte. La poesía es anterior a la guerra. Los primitivos cantaban a la luz de la luna, alrededor de la luna, alrededor de la hoguera sus cantos, hacían su música y sus historias. Además, la poesía tiene que ver con la búsqueda de una identidad porque todos estos grupos en la prehistoria buscaban contestar ¿quiénes somos?… ¿de dónde venimos? ¿qué hacemos nosotros aquí? Y de esto es de lo que se trata. Esto es anterior a la guerra. También es el oficio del lenguaje, ejercicio de las palabras e imágenes que permiten articular el pensamiento. El lenguaje desarrolla. El trabajo de la poesía es importante porque el poeta es quien crea el mundo pues inventa la lengua. Es la creación.
Olga Nolla quiere decir muchas cosas. Crea a través de su discurso poético una estética que nos revela a través de sus textos nuevos postulados morales para ofrecernos por vía de sus múltiples lecturas más posibilidades identitarias.
Entrevista publicada en la revista de poesía y crítica Mairena (Año XII, numero 29, 1990) con motivo de la publicación de Dafne en el mes de marzo. Madrid: Editorial Playor, c1989.
Esta es una de varias entrevistas a mujeres poetas por Sylvia T. Domenech Fernández quien fue parte del Consejo de Redacción de la revista Mairena en la década del noventa.
Sobre la autora
Sylvia T. Domenech formó parte de la Junta Directiva de la revista de crítica y poesía Mairena donde publicó entrevistas a mujeres poetas. Posterior a ello creó El poder de escribir, un taller de escritura narrativa y poética abierto a la comunidad que derivó en la publicación de la revista El morajú. Otras colaboraciones y proyectos literarios y culturales incluyen la producción de libros y documentales, así como su quehacer editorial para la Enciclopedia de Puerto Rico en línea de la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades. Posee un grado doctoral en Historia de Puerto Rico y el Caribe. En años recientes se ha enfocado en la escritura de memorias y ensayos sobre temas de historia cultural. Con frecuencia publica en la Revista Cruce de la UAGM. Además, ha publicado los poemarios La palabra hecha silencio bajo el sello de la editorial Mariena, y recientemente la editorial Luscinia C.E. incluyó en su Colección Pangea, El barro.
Al presente la Dra. Domenech es profesora conferenciante de Cultura mundial e historia de Puerto Rico en el recinto de Cupey de la UAGM.