Colaboraciones

ué fácil es pa’ ti que uno sea poeta.
Se sienta uno a escribir y a extrañar
y a desear que seas feliz
y sigues tú ahí… como si nada.

A veces, perdiendo se gana.
Pero a veces, perder es perder.
Sin besos, sin sexo y sin cama.
Con frío, con hambre, con cajas
de las sobras de comida que me traje del café
pa’ botar después en casa.

Me gustaría toparme algún día con un cuento bien particular que trate sobre un automóvil del futuro cercano que será perfectamente automatizado, de esos que se conducirán por sí solos para que uno pueda disfrutarse el viaje sin tener que hacer nada. El maravilloso y genial automóvil futurista andará de lo más bien por todo el comienzo del relato; y será súper divertido de leer, sin duda, con varios recorridos fascinantes por las carreteras de nuestro porvenir y descripciones tecnológicas que todos podremos disfrutar.


Viejitud
Estoy ebria,
de amor, de locura,
¿Y por qué no?, de sexo.

¿Quién dijo que en la vejez no siento?
Se equivoca, es cuando más palpito y me estremezco.

¡Qué equivocadas estamos!

Despertar tus besos dormidos,
aquellos que nunca has dado;
descansar en tu cuerpo fornido
y borrar de ti, tu pasado.
Tu pasado triste y vacío,
y esas horas en las que llevabas
un andar lerdo y sombrío,
porque tus días no decían nada.
No decía nada el resplandor
de la puesta del sol en la mañana;
ni el canto del ruiseñor
alegraba tu alborada.